viernes, 21 de diciembre de 2007

A 100 años de la masacre obrera de la escuela Santa María de Iquique

Despues de algun tiempo que no escribia por motivos que no vale la pena mencionar, me detengo para remomorar algo muy importante.
En 1890 tuvo lugar la primera huelga general de Chile, iniciada en Iquique el 2 de julio por impulso de los trabajadores portuarios y que se extendió hasta las minas de carbón de Lota y Coronel, pasando por Valparaíso y Viña del Mar, y fue ampliamente reprimida tanto por el gobierno de Balmaceda como por los patrones de los trabajadores. La huelga de 1890 fue netamente proletaria. Abarcó a miles de obreros que por primera vez lograron coordinar un movimiento huelguístico de alcance nacional. La experiencia de lucha adquirida por las nuevas capas obreras en esta huelga forjó una conciencia de clase que a principios del siglo XX se traduciría en la creación de las llamadas "Mancomunales", entidades que sirvieron de piso organizativo para lo que en un futuro sería la FOCH. El siglo XX empezó con un golpe magistral de la oligarquía a la clase trabajadora: la imposición por ley del servicio militar obligatorio. A partir de entonces la juventud de origen popular fue empleada para reprimir la rebeldía de origen popular. La historiadora Maria Angélica Illanes explíca: "Esa juventud popular que supuestamente debía forjar la nueva aurora era masivamente reclutada en cumplimiento de la Ley de Servicio Militar Obligatorio, ley que debutaba en el país. Esta ley constituía uno de los golpes estratégicos más certeros dados por el régimen contra el movimiento obrero, y tendría gran repercusión en la historia del siglo (…) la elite construía su ejército con los miembros del propio pueblo. El fusil empuñado por éste en defensa de la elite constituyó la clave de la defensa del régimen de poder en el nuevo siglo, fenómeno que se realiza a través de la colonización interna de las fuerzas sociales potencialmente productoras de infidelidad." Gran análisis de la historiadora que analiza las contradicciones propias del modelo que empezaba a nacer, en el cual la oligarquía de aquel tiempo reprimia a la clase trabajadora con miembros de esa misma clase trabajadora, valiendose de la naciente ley del servicio militar obligatorio, que enfrentaba cara a crara a padres he hijos conjuntamente. A principios del siglo XX la organización del movimiento obrero ya era notable. Los trabajadores que asumieron los ideales anarquistas despreciaron las sociedades mutualistas y crearon desde 1898 las sociedades de resistencia, que concebían la huelga como la principal herramienta para la mejora de las condiciones de vida de los obreros. Asi por ejemplo, se pueden nombrar varios acontecimientos como la huelga de los trabajadores marítimos de Valparaíso en 1903, que desembocó en un levantamiento popular con saqueos y quema de tranvías que fue reprimido por unidades militares enviadas desde Santiago. También ocurrió la famosa “huelga de la carne” de 1905 , la cual buscaba oponerse al aumento del impuesto a la carne importada, huelga que reunió a treinta mil personas en el centro de Santiago. Dos años después tuvo lugar la masacre que más ha perdurado en la memoria del movimiento obrero, gracias a la emocionante Cantata creada por Luis Advis e interpretada por Quilapayún: la de la Escuela Domingo Santa María de Iquique, el 21 de diciembre de 1907, de la que ahora se cumplen 100 años. El 21 de diciembre de 1907, con el estado de sitio decretado por el ejecutivo, unos siete mil obreros estaban en la escuela Santa María, escuchando los discursos de unos oradores que se reafirmaban en sus demandas y criticaban el modelo de sociedad vigente. En las negociaciones de aquel día los obreros advirtieron de que si sus demandas no eran atendidas no regresarían a las oficinas. Debido a la radicalización y reafirmación de la acción de los trabajadores el gobierno ordenó la represión. Concurrieron tropas del Regimiento O’Higgins, de Rancagua, del Carampangue, de Artillería de Costa y marinería de los cruceros, que en su trayecto por la población fueron obligando a todos los obreros que por ellas circulaban, a caminar hacia el lugar de concentración de los huelguistas. Los militares, bajo las órdenes del general Roberto Silva Renard, abrieron fuego y masacraron a cerca de 2.500 trabajadores. La historia cuenta que el Gobierno ordenó trasladar a los obreros y a sus familias supervivientes en “trenes calicheros” (dedicados al transporte de los sacos de salitre) y una vez en su interior fueron baleados por las “guardias blancas” patronales, sus muertes ni siquiera fueron registradas.
La masacre también sirvió de manera estrategica para el gobierno y la oligarquía para hundir durante un tiempo a las organizaciones obreras: muchas sociedades de resistencia pasaron a la clandestinidad y las grandes "mancomunales" se disolvieron, una tendencia que no finalizó hasta después de 1910. En cambio, el general Silva Renard fue felicitado por el presidente Pedro Montt: “Ha cumplido usted los deberes de su cargo en forma que hace honor a su criterio y energía”. Incluso el responsable militar de aquella masacre, paradójicamente, dio su nombre a un regimiento del ejército de nuestro país. Y a pesar de todo esto, muchos no creen que en este país estamos patas arriba.